Revolución cuádruple en el patinaje artístico individual de mujeres ¿sí o no?
María Guadalupe Cedillo Mata
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La historia de los deportes es tan antigua como la humanidad misma. En todos los continentes de nuestro globo podemos encontrar vestigios de grandes civilizaciones que consideraban a las actividades físicas como parte integral de su sociedad. Como todo, con el desarrollo constante de dichas ciudades, los deportes también se transformaron para brindarnos hoy un conjunto de prácticas y modalidades bastante sofisticadas.
Si bien el cambio es inevitable, la manera en el que éste sucede habla de la calidad y espíritu deportivo que queremos ver en el campo atlético. De nada sirve desafiar nuestros límites corporales si se hace a costa de una vida y ambiente saludables, lección que el mundo del patinaje artístico aprendió en los Juegos Olímpicos de Beijing 2022.
Justo antes del inicio de la competencia individual femenil, la patinadora rusa Kamila Valieva, de 15 años de edad, fue parte de un escándalo internacional al resultar positivo su examen de rutina por la droga trimetazidina. Este medicamento produce un aceleramiento de la frecuencia cardíaca que, junto con otras sustancias legales encontradas en su cuerpo, estarían ligados a mejorar el rendimiento físico de Valieva.
Kamila era la favorita para ganar la presea dorada, pues la manera en la que ejecutaba sus programas mostraba una clara supremacía en los aspectos técnicos del patinaje en comparación con las demás concursantes de su categoría. Sin embargo, a raíz del dopaje, cualquier admiración que ella pudo llegar a evocar fue reemplazada en favor de un escrutinio personal y profesional sobre aquello que supuestamente la hacía “espectacular”.
A pesar de los ataques contra la joven, la responsabilidad de lo sucedido no fue depositada en la patinadora, sino en los adultos que debieron haberla cuidado. El nombre de la culpable es innegable, pues sus métodos de entrenamiento se caracterizan por rebasar los límites de la legalidad. Eteri Tutberidze, famosa entrenadora rusa, ahora es cuestionada por la parte que jugó en la controversia involucrando a Valieva.
El escenario actual del patinaje artístico es entonces desalentador y peligroso, mismo que se desarrolla dentro de un movimiento más grande que permea casi todas sus divisiones: la Revolución cuádruple. Es por tal razón que el siguiente texto se propone exponer brevemente los efectos de tal movimiento en el patinaje artístico de mujeres, así como afirmar la necesidad de regular en favor del bienestar de las personas que lo practican.
En términos básicos, la Revolución cuádruple es la ejecución constante de saltos con cuatro revoluciones o vueltas (quads) con el objetivo de obtener mayores y mejores puntajes. Si bien los límites del cuerpo dentro del deporte parecen ser desafiados año con año, deleitándonos con increíbles presentaciones, no podemos dejar de lado la demanda física que implica realizar este tipo de elementos.
Para ejecutar un salto normal, sea cuádruple o no, se necesita una increíble cantidad de fuerza y velocidad. Los patinadores deben lanzarse lo más alto y lejos posible en el aire para maximizar su tiempo de giro y lograr las revoluciones requeridas dependiendo del salto que deseen hacer. Las características propias de estos elementos es en parte la razón por la cual los quads son más comunes en el patinaje masculino.
Además, Deborah King, profesora de ciencias del ejercicio y entrenamiento atlético en Ithaca College, afirma que los aterrizajes de un patinador oscilan entre cinco y seis hasta quizás 10 o 12 veces el peso corporal (Choi, 2022) dependiendo del salto. En este sentido, y teniendo en cuenta la cantidad de ocasiones en las que un patinador debe practicar dichos elementos, es mucho abuso en la misma pierna en una superficie muy dura.
Por tales motivos, la tendencia actual en la categoría femenil para contrarrestar la fuerza bruta que define a los quads en el patinaje de hombres es optar por patinadoras en extremo livianas y jóvenes. La situación, si bien resulta en la igualdad de condiciones en la pista de hielo, se ha prestado al abuso por parte de las federaciones nacionales de patinaje.
El caso de mayor preocupación es el de la Federación de Rusia, bajo el mando de la entrenadora Eteri Tutberidze. Numerosos son los casos donde sus patinadoras han llegado a puntos de quiebre mentales y físicos durante el tiempo que pasaron trabajando con ella.
Comenzando por reclutar a niñas en extremo jóvenes, Tutberidze asegura que sus patinadoras se mantengan livianas durante toda su carrera deportiva. En evidencia, tenemos varias instancias donde patinadoras han hablado públicamente del costo físico y mental que tiene el haber competido con la famosa entrenadora rusa durante su niñez y adolescencia. Se ha descrito que las atletas se desploman de dolor después de patinar, que las someten a pesajes públicos y que les prohíben beber agua durante las competencias para evitar la hinchazón y exceso de peso (Bansinath, 2022).
Ejemplos más recientes los encontramos con Aliona Kostornaia, de 18 años, que después de fracturarse la muñeca, Tutberidze comentó que “todavía era posible” patinar con la lesión; Evgenia Medvedeva, una de las medallistas olímpicas de Tutberidze, se retiró en 2021 a los 22 años (aunque no patina profesionalmente desde 2020) tras sufrir una lesión crónica en la espalda que le impide girar a la izquierda; Alina Zagitova, la campeona olímpica de 2018, no ha competido desde los 17 años, citando a su cuerpo “pesado” como aquello que le impide estar al nivel de las patinadoras de hoy (Bansinath, 2022). Son cifras alarmantes si se piensa que en Pyeongchang 2018, la campeona mundial de 2012 Carolina Kostner compitió a la edad de 30 años.
A través de este contexto, resulta difícil imaginar que hace un año la Unión de Patinaje sobre Hielo (ISU, por sus siglas en inglés) le otorgó el premio de Mejor Entrenadora a Tutberidze por su aporte a la disciplina. En este sentido, pareciera que no hay una voluntad real por parte de la comunidad internacional por asegurar el bienestar de sus atletas.
Pudiera ser que existan intereses económicos en cada federación nacional para no impulsar una reforma contundente, pero esto sería solo una conjetura. Lo cierto es que la ISU tiene una larga trayectoria de misoginia que se caracteriza por omitir la participación activa de sus patinadoras, tanto dentro como fuera de la pista de patinaje, que podría explicar la renuencia a resolver la problemática actual.
Lo anterior va desde no dejar a las mujeres realizar saltos y obligarlas a usar vestimentas inadecuadas (con la excepción de que la patinadora fuera una niña), ejemplificados en los casos de la estadunidense Theresa Weld en 1920 o la noruega Sonja Henie en 1924, hasta la obstaculización contemporánea formal del número de saltos que una mujer podría hacer durante una competencia (situación que no se le criticaba a los hombres) con Elaine Zayak en 1982 (Meyers, 2022).
Independientemente de la causa real de la falta de acción, el proyecto de reforma en las reglas del patinaje artístico es delicado en el sentido de que este debe de considerar no dañar más la relación de equidad entre ambas divisiones individuales. Muchas son las veces en las que se usó el pretexto referente a la integridad del deporte o el bienestar de las patinadoras para retrasar el desarrollo de su categoría.
Personalmente, no veo una solución que a corto plazo logre salvaguardar a las niñas de ser explotadas más que aumentar la edad en la que podrán empezar a saltar quads. Un mínimo de 18 años sería lo correcto a esperar para cualquier patinador, hombre o mujer.
El camino será complicado, pues dudo que a los países les interese formar parte de la renovación de un sistema favorable para sí mismos. Igualmente, incluir a Rusia dentro del proyecto resultará casi imposible después de su expulsión indefinida de las competencias internacionales a raíz de la guerra en Ucrania.
Más allá de lo “artístico” o “atlético”, pienso que el futuro del patinaje (y de cualquier disciplina) siempre tiene que ir de la mano de la seguridad de aquellas personas que lo practican; de otra manera, el juego limpio como principio intrínseco de la actividad deportiva, se perderá en el proceso de mejorarlo.
Referencias:
Bansinath, B. (2022, febrero). Have the Abuses of Women’s Figure Skating Been Hiding in Plain Sight?. The Cut. Recuperado de https://www.thecut.com/2022/02/eteri-tutberidze-figure-skatings-abuses-in-plain-sight.html
Cai, W., Macur, J., Parshina-Kottas, Y. & Ward, J. (2022, febrero). How the Quad Jump Is Changing Women ‘s Figure Skating. The New York Times. Recuperado de https://www.nytimes.com/interactive/2022/02/16/sports/olympics/quad-jumps-figure-skating.html
Choi, C. (2022, febrero). EXPLAINER: How figure skaters deliver quadruple jumps. AP News. Recuperado de:https://apnews.com/article/winter-olympics-figure-skating-quad-jumps-ecec265827c65a24bd894f89b3e94bd9
Meyers, D. (2022, febrero). How Quad Jumps Have Changed Women ‘s Figure Skating. FiveThirtyEight. Recuperado de: https://fivethirtyeight.com/features/the-quad-jump-revolution-has-transformed-womens-figure-skating-how-far-will-it-go/