¿Mito o realidad?
¿Mito o realidad?
Son más que conocidos los estilos de aprendizaje y antes de entrar a la discusión principal sobre sus ventajas o repercusiones empleados en la educación, cabe conocer a detalle su base teórica, para permitir participar en el análisis.
La enseñanza centrada en el aprendizaje en el contexto educativo meramente dicho, obliga a diseñar, adaptar y difundir acciones que lleven a los alumnos a asumir y entender los contenidos de aprendizaje requeridos a través del autoaprendizaje y la responsabilidad compartida, por ende, el término “estilo de aprendizaje” refiere que, los rasgos cognitivos, afectivos y fisiológicos, biopsicosociales en sí, sirven como indicadores relativamente estables de cómo las personas perciben y responden a sus ambientes de aprendizaje, es decir, tienen que ver con la forma en que los estudiantes estructuran los contenidos, forman y utilizan conceptos, interpretan la información, resuelven los problemas, y eligen medios de representación (visual, auditivo, kinestésico, etc.) En concreto, cada individuo utiliza sus propias estrategias o métodos para aprender, variando según lo que se quiera conocer, a partir de los cuales procesamos la información recibida del medio y la transformamos en conocimiento.
Existen diferentes modelos que marcan distintos estilos de aprendizaje, serán entonces el numero de estilos dependiente del modelo que se desee usar, aunque los más conocidos parten de la programación neurolingüística, auditivo, visual y kinestésico, de Neil Fleming en 1987. Por otro lado, existe el modelo de Gardner con las 8 inteligencias múltiples, el modelo de Kolb, el modelo de Felder y Silverman y el de los cuadrantes cerebrales de Herrmann.
Actualmente existe diversas investigaciones y debates sobre si, para el desarrollo de un pensamiento crítico y significativo se deben adecuar los contenidos a el estilo de aprendizaje preferente, y es que realmente no hay base meramente científica que justifique lo anterior, por el contrario, existe múltiple evidencia para demostrar que no es así. Desde la neurociencia es bien sabido que el cerebro funciona como un todo, los sentidos trabajan en conjunto para interpretar lo que el mundo experimenta, de tal modo que estimular un solo sentido no mejora el aprendizaje de las personas, ya que no depende de la adaptación de los contenidos a los sentidos preferentes de las personas, más bien a la interacción de un sinfín de variables, como lo que se quiere aprender, los motivos y necesidades para aprenderlos, la condición cerebral, ambiental, etc. Por ejemplo, para enseñar a jugar ajedrez, en el supuesto caso de que el aprendiz sea auditivo, no servirá de mucho si escucha a los mejores explicarle las jugadas, pero, si más sentidos están involucrados, como ir a clases específicas, tener mucha práctica, ver a las personas jugar, mayor será el aprendizaje de este juego.
Otro ejemplo es el que explica Tesia Marshik en el evento de TEDxUWLaCrosse con el tema: Learning styles & the importance of critical self-reflection. Tenemos al grupo A, neófitos en ajedrez y, el grupo B, expertos en el juego, se les realizaron dos pruebas, en la primera observaron durante 6 segundos una partida entre dos jugadores, posterior se pidió indicar dónde estaban las piezas, el grupo de inexpertos tuvieron puntuaciones muy por debajo de las obtenidas por los expertos. En la prueba 2, durante el mismo tiempo se pidió observar piezas puestas al azar, teniendo resultados muy similares entre ambos grupos.
Como se dan cuenta, si se tratase de un aprendizaje visual, el grupo B hubiera mantenido su ventaja, sin embargo, no lo hicieron porque en la segunda prueba las piezas no tenían sentido, y sin sentido, ni los recuerdos ni el aprendizaje se registra en el cerebro, menciona Tesia en su presentación.
Optar por la construcción de contenidos que guíen hacia un aprendizaje significativo, convendría más que invertir recursos en estrategias educativas sin fundamento científico, el hecho de que se ponga en duda los estilos de aprendizaje, no significa que las personas no tengamos preferencia al momento de elegir algún formato de aprendizaje de lo que queramos aprender.
REFERENCIAS
Massa, L.J., & Mayer, R.E. (2006). Testing the ATI hypothesis: Should multimedia instruction accommodate verbalizer-visualizer cognitive style? Learning and Individual Differences, 16, 321–336.
TEDx Talks (2 abr 2015) Learning styles & the importance of critical self-reflection | Tesia Marshik | TEDxUWLaCrosse (https://www.youtube.com/watch?v=855Now8h5Rs)