La biblioteca de Alejandría
María Elena Cano Valdez
4,995 ppm.
Cuando era niña me preguntaba ¿a quién se le había ocurrido hacer un libro con esa forma rectangular y con las hojas unidas a una parte delgada del lado izquierdo?, ¿quién inventó los símbolos de las letras que estaban impresos en las hojas de aquellos libros?, ¿por qué se llamaba biblioteca? O, por ejemplo, cómo supieron dónde debía estar cada libro para que mi papá y yo pudiésemos encontrar el que buscábamos, durante nuestras visitas regulares a una biblioteca en el centro de la ciudad de México; esa era pequeña, no obstante, tuvo los libros que requeríamos, ya fuese para la investigación de mi papá o aquellos de dinosaurios y mapas que él solicitaba para mi entretenimiento. Como cualquier niña, no obtuve todas las respuestas en ese momento o las contestaciones me generaron más dudas que se tornaron cansadas de seguirlas respondiendo. No obstante, con el paso del tiempo elegí una carrera que me permitió saciar muchas dudas que seguían respingando en mi cabeza.
Tiempo después, recuerdo que durante una clase de historia el profesor habló de las maravillas del mundo antiguo, en particular del faro de Alejandría; explicó que esta daba la bienvenida en el puerto a los visitantes de Alejandría con una gran llama que permitía orientarlos a través del mar. Fue una ciudad capital fundada por el gran Alejandro Magno, quien, instruido en su juventud por Aristóteles, generó entusiasmo por el conocimiento. Por ello indicó la edificación de la biblioteca más increíble de la antigüedad y con ella un sitio para poder leer esos libros, el cual se le conoció bajo el nombre de museo. Aunque Alejandro no llegó a ver esa obra culminada, el proyecto continuó por varias generaciones de faraones. Es con base en estos saberes que comienzo mi escrito referente a una zona mítica que a la fecha sigue siendo ejemplo para muchos acervos culturales aun sin saber cómo fue en realidad.
Para adentrarnos en esta historia debemos remontarnos al siglo III a.C. cuando al poco tiempo de haber fallecido el macedonio Alejandro Magno, a sus escasos 33 años, se requirió de un heredero al trono. Fue Pérdicas, mano derecha del conquistador, quien recibió el anillo real para determinar al sucesor. Al ver que los lugartenientes no estaban dispuestos a sublevarse ante el otro, se resolvió que tanto el medio hermano como el hijo de Alejandro serían los sucesores bajo el apoyo del diádoco Crátero y el mismo Pérdicas. El resto de los guerreros allegados dividieron las tierras; uno de ellos, Ptolomeo, descendiente de Lago, noble de Macedonia, se estableció en Egipto y gobernó por medio de una dinastía que duró más de trescientos años.
Ptolomeo I Sotér (salvador) se hizo nombrar así por motivos de aceptación en el pueblo egipcio. Sin duda fue uno de los lugartenientes más cercanos a las ideas del conquistador macedonio; él continuó el proyecto de la ciudad de Alejandría, desde los trazos de las calles hasta las grandes edificaciones del museo y la biblioteca. Cabe aclarar que esta ciudad no es la única con ese nombre, ya que Alejandro Magno le puso el mismo nombre a un total de 70 ciudades, según nos cuenta Plutarco, esto como parte de una egolatría de dejar huella por los lugares que conquistó. Este proyecto tomó forma gracias al compromiso que Ptolomeo I generó.
Para dirigir tanto la biblioteca como el museo, se contempló en un principio a Aristóteles como el indicado y Ptolomeo mandó emisarios de la corte con la propuesta, no obstante, el filósofo ya había fallecido. Debido a que se requería de una persona que fungiera como lo que hoy conocemos como bibliotecario, se le encomendó a Calímaco de Cirene dicha acción y fue hasta el gobierno de Ptolomeo II que Zenódoto de Éfeso cumpliría la función de director de la biblioteca y del museo de Alejandría.
Por otra parte, Demetrio Falero el consejero del faraón, propuso la recopilación de libros sobre el gobierno de reyes y el ejercicio del poder en apoyo al gobernante. Tomó varias épocas la organización para la biblioteca y el museo, aún así, se describió como una parte de papiros amontonados. Es importante que destaquemos la etimología de la palabra biblioteca, la cual proviene de los vocablos griegos βυβλίον, hoja o rollo de papiro, y θήκη, caja o cofre, que nos remiten a la idea de un espacio con papiros, esto quiere decir una zona repleta de conocimiento mediante largos rollos para preservación de ideas de pensadores de varias partes del mundo conocido en ese momento.
Demetrio de Falero rindió cuentas al faraón de aquellos volúmenes que lograba conseguir para el acervo. Un documento relevante que nos ayuda a constatar dichos actos es la carta de Aristea a Filócrates, la cual conserva un informe al faraón que indica la relevancia de la adquisición de los libros de la ley judía y a su vez informa que el conteo total del acervo de papiros iba en 200.000 ejemplares. Cabe mencionar que tanto Ptolomeo I como Demetrio de Falero compartían esa ambición por poseer el mayor número de obras.
La recaudación de los libros antiguos se gestó mediante emisarios que, por caminos de alto riesgo en tierra o mar, portaban cantidades estratosféricas de dinero para comprar la máxima cantidad de obras pertenecientes a todas las culturas antiguas, ese ímpetu por llenar la biblioteca sin importar el costo atrajo diversos falsificadores de libros que pretendían vender reliquias sin bases conocidas, pero nadie se podía dar el lujo de desmentir una obra en ese momento, ya que temían perder ciertos conocimientos a causa de una simple duda de autenticidad, de manera que adquirían de todo sin importar su procedencia o título.
En los puertos hubo oficiales aduaneros, ellos requisaban todo tipo de escritos encontrados en los barcos que llegaban a algún ancladero en Alejandría, los libros eran enviados a un área en la biblioteca para ser copiados; si versaban sobre temas muy relevantes, se conservaban en la biblioteca los originales y las copias se regresaba a los viajeros junto con una compensación económica. Una vez copiados los papiros se les colocaba en los estantes con la leyenda fondo de naves.
Conforme creció el acervo se creó el escritorio, este fue un taller en el cual se trataban los libros y se efectuaban las copias. Los rollos estaban compuestos de fibras llamadas κόλλημα (kollema) y se usaron de manera horizontal para aprovechar las guías lineales que dejaba la hoja, se escribió de derecha a izquierda y en columnas con un cálamo, una caña hueca, se enrollaron en un ὄμφαλος (omphalos) que era la varilla, ya sea de madera o metal, que sirvió para el soporte del papiro. Los títulos se ordenaron en torno al nombre del autor y sus obras. El idioma que imperó fue el griego, incluso mandaron traer traductores de otras lenguas para reescribir los papiros en lengua griega. Se escribieron tratados de las dinastías de Egipto, los sabios más importantes formaron parte de esos proyectos. Se dividieron las 31 dinastías en tres etapas: imperio antiguo, medio y nuevo, convirtiéndo esto en escrituras de suma importancia para el acervo.
Una vez que falleció el faraón Ptolomeo I Sóter, su sucesor Ptolomeo II Philadelfo, hizo un acuerdo político-cultural con el embajador hindú Asoka, para traducir los textos budistas al griego con el apoyo de importantes traductores. Fueron tantas las copias de papiros que los rumores sobre los errores en las redacciones y traducciones no se dejaron esperar, incluso los estudiosos del museo debieron buscar en las versiones más antiguas, apostando que esas eran las menos intervenidas por los escribas.
Con el paso de los años y gracias a la labor de los faraones, de Zenódoto de Éfeso y Calímaco de Cirene, la biblioteca tuvo un auge impresionante, pues llegó a ser la cuna de la consulta para el conocimiento de la antigüedad. Aunque mucho se ha hablado respecto al total de papiros que contuvo la biblioteca, se habló de un acervo de 700.000 ejemplares, empero que algunos autores como Hipólito Escolar dicen que fue imposible debido a que esa cantidad de papiros eran inexistentes en esa época. Con la sustitución de Zenódoto de Éfeso por Apolonio de Rodas hubo adquisiciones importantes, ya que compraron bibliotecas de grandes pensadores y nuevamente algunos fraudes por juegos de palabras como la de Neleo al venderles la biblioteca “de Aristóteles” y que hacía referencia a los papiros que él poseyó, más no a los que él hubiese escrito.
Con la conquista de Roma hacia los pueblos griegos y las disputas faraónicas por el poder, la biblioteca se mantuvo con margen, no obstante, no creció en exuberancia. Con la llegada al poder de Cleopatra VII Philopator hubo un acuerdo con el gobierno romano para mantener la estabilidad en esta región. Julio César hizo un concilio para mantener la paz en Egipto reconociendo a Cleopatra como la sucesora más apta al trono, en consecuencia, el frente que apoyaba al hermano no estuvo de acuerdo y generó una guerrilla, a lo cual, el militar romano mandó quemar las naves del puerto de Alejandría, unas versiones cuentan que también la biblioteca, pero esto fue un daño colateral pues el viento fue el que se dispersó desde los barcos hacia algunos papiros de la biblioteca más bien, otras versiones comentan que fue para dañar los tesoros de la capital, por último hay versiones que aseguran que solo fueron papiros en blanco que se encontraban en el muelle, puesto que los papiros eran transportados a otras regiones en barcos.
En una confrontación, el ejército de los Ptolomeos fue vencido por el de César reforzando así el puesto de Cleopatra como heredera al trono. Incluso después de algunos meses de estadía en Egipto, la reina quedó embarazada del romano y tuvo un hijo de nombre Cesarión. Al regresar el líder militar a Roma fue asesinado y sus aliados debieron huir. Marco Antonio requería apoyo para reforzar su presencia y solicitó apoyo de Egipto a lo cual, la reina Cleopatra acudió en persona, se describe que llegó en barco de velas púrpuras y vestida cual Afrodita, esto atrajo tanto a Marco Antonio que después de ahondar en sus saberes, regaló a la culta mujer 200.000 papiros que sustrajo de la biblioteca de Pérgamo.
No les duró tanto el gustó, pues hubo una campaña de desprestigio contra Marco Antonio y Cleopatra por parte de Octaviano en Roma, lo cual generó un gran movimiento que terminó en una batalla naval frente al promontorio de Actium. Los buques de Marco Antonio fueron superados por pequeñas naves y eso le dificulta los movimientos para el ataque. Por otra parte, Cleopatra, astutamente escapó en cuanto un par de naves le abrieron espacio. Se reunió con Marco Antonio en Alejandría, pero al año Octaviano con su ejército los dominó y aunque pretendía llevarlos a Roma encadenados para un desfile, cual motín de guerra, ambos prefirieron suicidarse. Marco Antonio intentó apuñalarse y poco a poco se desangró hasta morir, por su parte y según la tradición, Cleopatra prefirió ser atacada por un áspido.
Este fue el final de los reyes en Egipto; por consecuencia la biblioteca y el museo comenzaron un periodo de decadencia. Roma mantuvo esa región y sus cuidados como a una provincia más, por lo tanto, al comienzo de los momentos turbios en la ciudad, los edificios emblemáticos de las etapas faraónicas se vieron afectados. En el año 25 a.C. Estrabón fue parte del grupo enviado a esa provincia romana para su prefectura. Él redacta respecto al museo un lugar para reuniones de eruditos, lo curioso es que no habla de la biblioteca. Se considera que la llegada del cristianismo y las leyes promulgadas por el emperador Teodosio fueron aprovechadas para la destrucción de todo aquello que se consideró pagano, debemos recordar que la biblioteca de Alejandría contaba con diversos papiros referentes a las obras que ya habían sido nombradas paganas y debían ser destruidas.
En el 415 con la muerte de Hipatia de Alejandría a manos de devotos, hubo una pérdida considerable de papiros, pues el cambio de religión generó un caos total en esa región, el golpe de gracia para la biblioteca sería la invasión árabe en el año 640 y con esto la destrucción total de la biblioteca por manos musulmanas al cumplir la orden del califa Omar a pesar de la súplica mediante algunas cartas para conservar los bienes culturales, la indicación fue que de oponerse al Corán cualquier texto sería destruido. Siendo así el final de dicho acervo cultural.
Me es muy interesante la estrecha relación entre poder y cultura que se ha tenido desde la antigüedad, pues es bien sabido que el conocimiento da poder sobre los demás, esto lo vemos reflejado en un proyecto de gran magnitud en la antigüedad que llega a nosotros de igual manera. En acervos culturales que nos permiten nutrir el pensamiento. Igual poseemos conocimiento mediante los escritos de otras personas y esto lo hemos transmitido de diversas maneras, ya sea en acciones, oralidad e incluso aportaciones a esos escritos, sin embargo, siempre recurrimos a los textos para dar fuerza a nuestros pensamientos, nuestras palabras. Tal vez cambiarán su presentación con el paso de los años, desde piedras, papiros, papel hasta los famosos libros electrónicos, no obstante, la esencia es la misma y tanto Alejandro Magno como la dinastía Ptolemaica lo supieron bien a bien.
Para concluir, debo comentar que tengo esperanzas en las excavaciones que han hecho recientemente a lo largo de Egipto, ya que podría existir algún texto que contenga una descripción arquitectónica de lo que fue la biblioteca y así poder reconstruir ese edificio, aunque sea a escala, con el fin de no olvidar la importancia de un legado cultural.
Bibliografía
- Hipólito Escolar. (2001). La biblioteca de Alejandría. Madrid: Gredos.
- María Cristina Guidotti. (2002). Antiguo Egipto. Madrid: Susaeta.
- Lionel Casso. (2003) Las bibliotecas del mundo antiguo, trad. María José Aubet. Barcelona: Bellaterra, 176 págs.
- David Hernández. (24 octubre 2020). La biblioteca de Alejandría, la destrucción del gran centro del saber de la antigüedad. 21 abril 2022, de Historia National Geographic Sitio web: https://historia.nationalgeographic.com.es/a/biblioteca-alejandria-destruccion-gran-centro-saber-antiguedad_8593
- Dalia Ventura. (2018). Hipatia: el misterio de la brutal muerte de la “primera” matemática de la historia. 21 abril 2022, de BBC NEWS Sitio web: https://www.bbc.com/mundo/noticias-46485187