Herramientas y estrategias para fomentar el gusto por la lectura en el municipio de Huejotzingo, Puebla.
Karen Linares Alvarado
4,080 ppm.
En su momento Blandón (2020), ha señalado que el hábito lector es “una fuente de conocimiento y transformación del ser interior y de la realidad circundante”. A partir de la anterior afirmación, con la cual concuerdo enteramente; parte la propuesta de hallar herramientas y estrategias para atraer el interés de la comunidad Huexotzinca hacia la lectura.
Movida por el interés de compartir con mis vecinos de comunidad el gusto y los beneficios que la lectura trae a la vida de un ser humano, inicié con la búsqueda de material que me llevará a responder la pregunta ¿cómo fomentar el gusto por la lectura?; no obstante, la mayoría del material que en primera instancia hallé, va enfocado en compartir estrategias para desarrollar la comprensión lectora, en aquellos que ya son lectores.
Mientras leía dichos artículos, recordé que hace un par de años asistí a un encuentro de Gestión Cultural, en la Universidad Autónoma de Yucatán, en dicho espacio, mencionan que a lo largo del país se realizan diversas ferias del libro, las cuales, como tal, nos son malas, pero no despiertan el interés por los libros; que son actividades, nuevamente, encaminadas a aquellos que ya son lectores.
A propósito de este punto, González (2000) viene a reafirmar que “las actividades aisladas (día del libro, maratón de cuentos, elaboración de un libro gigante, etc.) están muy bien como evento sociocultural participativo, pero difícilmente desarrollan hábitos lectores”; una postura bastante interesante, y aunque me gustaría argumentar lo contrario, realmente considero que es cierta.
Lancé una pregunta a través de mi cuenta de Facebook, en la cual pedí a mis amigos me indicaran: ¿cómo inició su gusto por la lectura? Me parecía importante tener claro, cuáles han sido los vínculos que llevan a una persona a ver en el libro un aliado de vida, reconozco que una red social puede carecer de validez en cuanto a los testimonios, más por el tiempo del que disponía y el alcance que este llega a tener, lo vi como un mecanismo viable.
Las respuestas que me compartieron fueron diversas; me percaté que, en la gran mayoría de ellos, su gusto había iniciado desde la infancia, viendo a sus padres o algún familiar leyendo (desde casa).
Algunos otros señalaron que en la escuela habían tenido compañeros que en la hora del receso se ponían a leer, lo cual generó en ellos curiosidad, pidiendo a dicho compañero el libro prestado.
En cuanto aquellos que señalaron la adolescencia como inicio por su gusto a la lectura, afirman que, tras una serie de tareas obligatorias de entregar reportes de lectura, posteriormente, iniciaron a elegir libros que fueran de su interés.
La última de las razones, fue que alguien muy cercano a ellos, les había regalado un libro que llegó en el momento exacto en el que lo necesitaban.
Nadie mencionó alguna actividad de las llamadas “aisladas” por González (2000). Cabe mencionar que tanto la familia como la escuela son dos núcleos importantes en el fomento a la lectura; y que, de las respuestas brindadas, al menos sólo una de ellas, lleva planeación (los reportes de lectura).
Teniendo esto en cuenta, continué revisando artículos, lo que me llevó a realizar la siguiente conjetura:
No hay una fórmula a seguir para fomentar la lectura; no obstante, reconozco que hay una serie
de parámetros que son importantes tener en cuenta al momento de plantear una propuesta encaminada a fomentar el gusto por esta:
Una de las mejores etapas para fomentar el hábito lector (y cualquier otro hábito), es la infancia; ya que justo en los primeros años de vida los seres humanos consolidamos prácticas, formas de ser, creencias; recreamos acciones que vemos en nuestro entorno, gran parte, por la acción de nuestras neuronas espejo. Montessori (1986) señala que el “niño posee una sensibilidad absorbente hacia cualquier cosa que exista en su ambiente, y solo puede adaptarse mediante la observación y la absorción del ambiente”.
Al ser la familia el primer núcleo de socialización, retomamos de ella nuestro universo de significados; siendo este grupo el principal responsable de la formación de los futuros lectores.
Esta tarea, no sólo compete a familias, escuelas y maestros; es una labor, en la que todos aquellos que hemos sido transformados por un libro hemos de participar. Como agentes externos, no nos compete recrear las propuestas que las instituciones educativas plantean; en nosotros está la posibilidad de ser disruptivos, partiendo de los contextos de cada uno de los participantes.
“El amor por la lectura no se enseña, sino que se contagia”, tal y como lo asegura Landero (1994). ¿De qué otra forma se puede enseñar algo?; el ejemplo es la mejor de las escuelas. Cualquier propuesta que se plantee, necesita de constancia y seguimiento. Una semilla con una sola gota de agua, no puede llegar a ser flor o árbol, según sea el caso.
Fuentes
Blandón Ruiz, C. J. (2020). Importancia del fomento de la lectura para el desarrollo de la comprensión de textos. Revista Multi-Ensayos, 6(12).
González Álvarez, C. (2000). Estrategias y procedimientos para fomentar la lectura en la familia y en la escuela.
Montessori, M., & Bofill, M. (1986). La mente absorbente del niño. Diana.
Landero, Luis (1994): «Experiencia pedagógica de un escritor», CLIJ (Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil), 63, 26-34