Del gusto por la literatura de terror
Alumno: Rodolfo Pineda Bernal
LA inicial: 328
LA final: 21 6000
Como lector y escritor me propongo, en este ensayo, rastrear las huellas de los orígenes de la
literatura de terror y de mi gusto, personal y subjetivo, por el género de terror para, de manera
argumentada, mostrar una posibilidad objetiva y universal del gusto por la literatura de
monstruos, así como algunos componentes y las posibles razones por las cuales la literatura
de terror es, sin lugar a dudas, una de las más buscadas por todo tipo de lectores en el mundo.
Empezaré por el asunto del gusto. Siempre que hable del gusto, a no ser que me refiera
al sentido del gusto, estaré refiriéndome a un asunto estético. La estética, como afirman Kant
y Hegel, es un problema que tiene que ver con la subjetividad, es decir, con un asunto de
gusto personal, pero en asuntos de estética la tarea consiste en plantear, aquello que comienza
siendo subjetivo de manera objetiva y volver lo personal en un asunto universal.
¿Qué es lo que hace que los niños, adolescentes y adultos de todas las edades elijan,
entre sus lecturas, al género del terror? Antes de responder esta pregunta es importante
señalar mi postura donde los relatos de terror como los mitos, las leyendas y la mejor
literatura de ficción, antes de ser literatura tienen un origen oral. En este punto hay que
subrayar que, antes de ser lectores somos oyentes de historias de terror. Escuchamos, en la
infancia o en la adolescencia, relatos de terror que nos ha contado alguien que, a su vez,
cuando fue niño y adolescente, tuvo el mismo gusto por los relatos de terror. En este punto,
mi conclusión, es que el gusto por el terror nos viene, de manera personal, es decir, subjetiva,
a través de la relación que en nuestra infancia y/o adolescencia tenemos con las historias de
terror.
Pero el gusto estético, es decir, universal, por el género de terror es, desde mi
perspectiva, algo que heredamos y aprendemos de tiempos ancestrales, fundacionales y que,
por ende, ha formado parte de las raíces culturales, sociales y familiares del mundo en el cual
nos hemos desarrollado como individuos. Pero esto lo demostraré más adelante. Por ahora
basta con decir que después de ser oyentes de historias de terror, si en algún punto de nuestra
vida dejamos de ser analfabetas, nos convertimos en lectores y, en este punto cabe la
posibilidad de que, en algún punto de nuestra vida nos convirtamos en contadores o escritores
que gustan, además de la escucha y la lectura, de la escritura de historias de terror.
En este punto le pido al lector que haga el ejercicio de recordar, en su propia
experiencia de vida, si alguna vez sintió atracción –gusto- por las historias de terror. Cierre
los ojos y revisite en su memoria la escena exacta. Ponga especial atención en los personajes
de esas historias de terror que, en su niñez y/o adolescencia alguien le contó. Ahora trate de
responder para usted mismo estas preguntas. ¿Qué tipo de personajes aparecían en estas
historias? ¿Con qué nombres llegan a su memoria?
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